Impacta la brutalidad con la que Cristo es vejado por los sirvientes del sumo sacerdote. El artista consigue transmitir el alboroto, la violencia y el gran patetismo de la escena, con Cristo sentado, humillado, maniatado, descalzo, con la cabeza totalmente cubierta por una tela y a punto de ser golpeado por uno de los sirvientes de Caifás, mientras el resto lo rodea, junto con los soldados que blanden sus lanzas y alabardas.
La flagelación es el pasaje más habitual para la hora tercia del oficio de la Cruz. Sin embargo, Horenbout ha escogido representar las afrentas que sufre Cristo tras su comparecencia ante Caifás, según narran los evangelios de san Marcos y san Mateo, cuando los sirvientes del sumo sacerdote atacan al Señor, le escupen en el rostro, le vendan los ojos, lo abofetean y se burlan de él.
El motivo iconográfico de la primera afrenta de Cristo no es muy habitual. De hecho, se irá desarrollando en oriente, mientras que en occidente no se hace habitual hasta finales de la Edad Media.
La orla está compuesta por flores esparcidas, algunas de ellas en un jarrón de cerámica blanca, en el que se distingue el anagrama de Cristo: “yhs”, que hace referencia a la Pasión, complementando con un sentido meditativo el significado de la escena que rodean. De hecho, el objetivo de mostrar detalladamente el ciclo de la Pasión en el pequeño oficio de la Cruz se relaciona con la llamada “piedad afectiva” y con la devoción al cuerpo y la humanidad de Cristo, desarrollada en la Baja Edad Media.