En una sala sin ventanas, abierta al espectador como si fuera un escenario, el pintor se encuentra sentado en un banco de madera frente a su caballete. En su cuadro enmarcado, está pintando figuras desnudas de cinco jóvenes que se vuelven entre sí de manera grácil. La queja de La Naturaleza es que el arte priva a la belleza natural de sus modelos y nunca podrá alcanzar la auténtica belleza creada por La Naturaleza. Después de esto, La Naturaleza confiesa ante su sacerdote Genio, lamentando que solo los seres humanos, favorecidos por ella, se rebelen contra el orden universal establecido por Dios.
En una sala sin ventanas, abierta al espectador como si fuera un escenario, el pintor se encuentra sentado en un banco de madera frente a su caballete. En su cuadro enmarcado, está pintando figuras desnudas de cinco jóvenes que se vuelven entre sí de manera grácil. La queja de La Naturaleza es que el arte priva a la belleza natural de sus modelos y nunca podrá alcanzar la auténtica belleza creada por La Naturaleza. Después de esto, La Naturaleza confiesa ante su sacerdote Genio, lamentando que solo los seres humanos, favorecidos por ella, se rebelen contra el orden universal establecido por Dios.