De las enfermedades de los perros y de sus características - f. 40v
Los perros reciben muchísimas atenciones, puesto que sin ellos no sería posible caza noble alguna. Pero son animales delicados. El mejor perro no servirá para nada si sufre de una cojera por culpa de una simple astilla o de una espina clavada en una de sus almohadillas. Es el mal que, arriba, en la parte central del primer registro, trata de curar el criado arrodillado delante de un perro muy obediente, sentado ante él. Por desgracia, el miniaturista ha comprendido mal su modelo y olvidado añadir en la mano del hombre que viste una túnica de un rosa lila la lanceta que habrá de permitirle hacer una incisión en el absceso y vaciar su contenido. A su izquierda, otro criado sentado en un escabel separa las mandíbulas de un perro para examinarle la garganta bajo la atenta mirada del maestro de sierra, vestido de rojo de la cabeza a los pies. A la derecha se escrutan con atención los ojos de un lebrel. En el registro inferior, siempre sobre el fondo de una pradera salpicada de arbustos bajos, se bañan las patas de un sabueso, se examinan las orejas de lo que podría ser un vulgar perdiguero, y se palpa a otro sabueso para asegurarse de que no tenga ni bichos ni espinas bajo el pelo. Por último, en el extremo de la derecha, un criado vestido de rojo masajea la extremidad de la pata de un lebrel mientras encima, con la ayuda de una venda de tela, se efectúa el aseo minucioso de otro lebrel. Todos estos cuidados remiten al texto de Fébus, que les consagra no menos de diez folios demostrando así el alcance de su conocimiento.
Yves Christe,
Université de Genève