Una de las maravillas del mundo antiguo fue el famoso faro de Alejandría, que se desplomó en la época medieval y más tarde, en el siglo xv, fue reemplazado en el mismo lugar por el fuerte del sultán mameluco Qaitbey. Desde la Antigüedad el elevado edificio tenía en lo alto un gran espejo que reflejaba los rayos del sol para guiar a los barcos que se dirigían a la ciudad portuaria. Es posible que el espejo se utilizara también, dirigiéndolo a modo de lente gigantesca, para prender fuego a la madera de los navíos enemigos e incendiarlos.
La ilustración del Kitab al-bulhan sitúa correctamente el faro rodeado por las aguas (f. 36r). El pintor otomano, quizá porque a esas alturas de la historia el faro era un recuerdo lejano y lo que se conocía era la imponente fortaleza de Qaitbey, prescindió totalmente de la función original del edificio y lo colocó en medio de un paisaje montuoso y arbolado. Tras el monte se alza una ciudad fortificada, como una ciudad fortificada de la Europa medieval con torreones y banderas al viento, que probablemente representa el fuerte mameluco o una Alejandría inverosímil. Los dos hombres del balcón superior del faro contemplan extasiados el espejo, tan brillante que el pintor lo ha transformado en un disco solar.
Stefano Carboni
The Metropolitan Museum of Art
Conservador adjunto del Dpto. de Arte islámico
(Fragmento del volumen de estudio del Libro de la Felicidad)
Una de las maravillas del mundo antiguo fue el famoso faro de Alejandría, que se desplomó en la época medieval y más tarde, en el siglo xv, fue reemplazado en el mismo lugar por el fuerte del sultán mameluco Qaitbey. Desde la Antigüedad el elevado edificio tenía en lo alto un gran espejo que reflejaba los rayos del sol para guiar a los barcos que se dirigían a la ciudad portuaria. Es posible que el espejo se utilizara también, dirigiéndolo a modo de lente gigantesca, para prender fuego a la madera de los navíos enemigos e incendiarlos.
La ilustración del Kitab al-bulhan sitúa correctamente el faro rodeado por las aguas (f. 36r). El pintor otomano, quizá porque a esas alturas de la historia el faro era un recuerdo lejano y lo que se conocía era la imponente fortaleza de Qaitbey, prescindió totalmente de la función original del edificio y lo colocó en medio de un paisaje montuoso y arbolado. Tras el monte se alza una ciudad fortificada, como una ciudad fortificada de la Europa medieval con torreones y banderas al viento, que probablemente representa el fuerte mameluco o una Alejandría inverosímil. Los dos hombres del balcón superior del faro contemplan extasiados el espejo, tan brillante que el pintor lo ha transformado en un disco solar.
Stefano Carboni
The Metropolitan Museum of Art
Conservador adjunto del Dpto. de Arte islámico
(Fragmento del volumen de estudio del Libro de la Felicidad)