Libro de las maravillas del mundo,
Marco Polo - Odorico de Pordenone

El pueblo de Mutifili recolectando diamantes para su reina, f. 81-82


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Mutifili se encuentra a unas mil millas de Maabar. Allí reina una soberana sabia y prudente, adorada por su pueblo de idólatras. Tras la muerte de su esposo, el rey, se negó a volver a casarse y gobernó el reino con la misma sabiduría, rectitud y justicia que él, ganándose un amor aún mayor que el que jamás recibió ningún otro monarca antes que ella.

Estas tierras son ricas en diamantes, y cuando llueve, las torrenciales aguas arrastran todo a su paso, llevando consigo las preciadas gemas hasta los barrancos. Sin embargo, su recolección no es tarea sencilla, pues los buscadores de diamantes deben enfrentarse a serpientes venenosas que parecen custodiar los tesoros y evitar que sean extraídos.

En un valle profundo, cuyas paredes rocosas son tan abruptas que resulta imposible descender hasta el fondo, los habitantes han ideado un método ingenioso para obtener los diamantes. Cortan trozos de carne picada empapada en sangre y los arrojan al fondo del valle, donde quedan adheridos a las piedras preciosas. Las águilas blancas, al avistar la carne, descienden en picada y la atrapan con sus garras. Entonces, los hombres, que han estado observándolas pacientemente, se dirigen rápidamente hacia donde descansan. Al notar su presencia, las aves huyen dejando atrás la carne, lo que permite a los cazadores recuperar los diamantes incrustados en ella.

Sin embargo, no siempre llegan a tiempo. En ocasiones, las águilas ingieren las gemas junto con la carne, pero los habitantes saben bien dónde se refugian durante la noche. Esperan pacientemente hasta que las aves expulsan los diamantes en sus excrementos y los recolectan. No obstante, si logran atrapar a una, la recompensa es aún mayor, pues en el interior de su estómago encuentran más joyas acumuladas.

Los diamantes solo se encuentran en este reino; no existen en ninguna otra parte del mundo. Posteriormente, se distribuyen por todos los países, siendo la mayor parte de ellos destinados al Gran Kan, así como a reyes y barones de diversas regiones y reinos.

 

 

 


Libro de las maravillas del mundo,<br> Marco Polo - Odorico de Pordenone El pueblo de Mutifili recolectando diamantes para su reina, f. 81-82

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El pueblo de Mutifili recolectando diamantes para su reina, f. 81-82

Mutifili se encuentra a unas mil millas de Maabar. Allí reina una soberana sabia y prudente, adorada por su pueblo de idólatras. Tras la muerte de su esposo, el rey, se negó a volver a casarse y gobernó el reino con la misma sabiduría, rectitud y justicia que él, ganándose un amor aún mayor que el que jamás recibió ningún otro monarca antes que ella.

Estas tierras son ricas en diamantes, y cuando llueve, las torrenciales aguas arrastran todo a su paso, llevando consigo las preciadas gemas hasta los barrancos. Sin embargo, su recolección no es tarea sencilla, pues los buscadores de diamantes deben enfrentarse a serpientes venenosas que parecen custodiar los tesoros y evitar que sean extraídos.

En un valle profundo, cuyas paredes rocosas son tan abruptas que resulta imposible descender hasta el fondo, los habitantes han ideado un método ingenioso para obtener los diamantes. Cortan trozos de carne picada empapada en sangre y los arrojan al fondo del valle, donde quedan adheridos a las piedras preciosas. Las águilas blancas, al avistar la carne, descienden en picada y la atrapan con sus garras. Entonces, los hombres, que han estado observándolas pacientemente, se dirigen rápidamente hacia donde descansan. Al notar su presencia, las aves huyen dejando atrás la carne, lo que permite a los cazadores recuperar los diamantes incrustados en ella.

Sin embargo, no siempre llegan a tiempo. En ocasiones, las águilas ingieren las gemas junto con la carne, pero los habitantes saben bien dónde se refugian durante la noche. Esperan pacientemente hasta que las aves expulsan los diamantes en sus excrementos y los recolectan. No obstante, si logran atrapar a una, la recompensa es aún mayor, pues en el interior de su estómago encuentran más joyas acumuladas.

Los diamantes solo se encuentran en este reino; no existen en ninguna otra parte del mundo. Posteriormente, se distribuyen por todos los países, siendo la mayor parte de ellos destinados al Gran Kan, así como a reyes y barones de diversas regiones y reinos.

 

 

 


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