Breviario de Isabel la Católica

f. 354r, El árbol de Jesé


Volver

La pintura, perteneciente al taller del Maestro del Libro de horas de Dresde, con que se abre el domingo de la Anunciación, representa una imagen tipológica, asimilada frecuentemente con la Encarnación de Cristo, entre el arcángel san Gabriel, a la izquierda de la composición, y Santa María, a la derecha, según modelo utilizado desde época carolingia. Por lo que al primero se refiere, cubierto con vestiduras litúrgicas, sostiene un cetro rematado en flor de lis –símbolo de la unión de lo divino con lo humano–, que, con una rodilla en tierra, hace con la mano derecha un gesto oratorio, tomado de los filósofos de la Antigüedad . Enfrente, Santa María, con manto y túnica azules, cabellos largos, propios de una virgen, manos juntas y ojos bajos –mostrando humildad y turbación–, de rodillas, se vuelve ligeramente hacia el mensajero divino; sobre su cabeza, el Espíritu Santo en forma de paloma; junto a ella, un reclinatorio en donde se encuentra un libro abierto, de tradición carolingia y otoniana, en cuyo folio recto aparece una representación de una pintura que ocupa toda la página, como era habitual en la pintura de libros de devoción flamencos en esta época, y en el derecho un texto alusivo a alguna de las profecías del Antiguo Testamento, incluido en el salterio o en libros de horas. La composición de ambos personajes sigue la establecida ya por Giotto en el arco triunfal de la Capilla de Scrovegni de Padua, de acuerdo, a su vez, con el texto de las Meditaciones sobre la vida de Jesucristo (capítulo IV) del franciscano Johannes de Caulibus de San Giminiano.
En cuanto al árbol de Jesé, imagen inspirada en un pasaje de Isaías (11, 1), se ha interpretado, desde el siglo III, como referencia a Jesé, padre de David –que en la pintura aparece dormido con atuendos regios en un trono, de cuya espalda brota un árbol–, y sus descendientes, expresando que el Mesías va a venir de la estirpe regia de David, cuyos ancestros se representan como medias figuras, con vestiduras de monarcas, que surgen de corolas de flores unidas al tronco por ramas. Este aspecto iconográfico de los antepasados del monarca judío es de origen oriental, posiblemente búdico, y cuenta con antecedentes europeos desde el helenismo, según señala Vitrubio, al referirse a una decoración de mal gusto consistente en «ramas que terminan en flores de las que parecen salir semifiguras desnudas, unas con rostros humanos, otras con cabezas de animales». Este tipo de figuras aparecen en los márgenes de numerosos manuscritos. En la copa del árbol, destacada por dos ramas entrelazadas figurando un arco apuntado, Santa María de pie con el Niño en sus brazos, como continuación del tronco, siendo su flor Cristo, con rasgos jóvenes, mostrado de busto dentro de un clípeo y totalmente frontal, indicando su omnisciencia e importancia, derivado, en último caso de imágenes de efigies oficiales de emperadores romanos –sacrae imagines– o de cónsules, iniciándose este proceso hacia el siglo IV a través de determinados modelos iconográficos que se refieren, de forma general, a las ideas de soberanía, victoria, poder o justicia.
El primer modelo de árbol de Jesé aparece en el siglo XI. El que muestra el Breviario de Isabel la Católica pertenece al tipo cristológico, y parece ceñirse al texto de Rom. 15, 12; su origen parece haberse difundido desde la Isla de Francia por toda Europa.
La orla que rodea la pintura está compuesta, principalmente, por dos pares de ramas de acantos cruzadas en diagonal, de las que salen diversas flores sobre fondo dorado

f. 354r, El árbol de Jesé

Volver

f. 354r, El árbol de Jesé

La pintura, perteneciente al taller del Maestro del Libro de horas de Dresde, con que se abre el domingo de la Anunciación, representa una imagen tipológica, asimilada frecuentemente con la Encarnación de Cristo, entre el arcángel san Gabriel, a la izquierda de la composición, y Santa María, a la derecha, según modelo utilizado desde época carolingia. Por lo que al primero se refiere, cubierto con vestiduras litúrgicas, sostiene un cetro rematado en flor de lis –símbolo de la unión de lo divino con lo humano–, que, con una rodilla en tierra, hace con la mano derecha un gesto oratorio, tomado de los filósofos de la Antigüedad . Enfrente, Santa María, con manto y túnica azules, cabellos largos, propios de una virgen, manos juntas y ojos bajos –mostrando humildad y turbación–, de rodillas, se vuelve ligeramente hacia el mensajero divino; sobre su cabeza, el Espíritu Santo en forma de paloma; junto a ella, un reclinatorio en donde se encuentra un libro abierto, de tradición carolingia y otoniana, en cuyo folio recto aparece una representación de una pintura que ocupa toda la página, como era habitual en la pintura de libros de devoción flamencos en esta época, y en el derecho un texto alusivo a alguna de las profecías del Antiguo Testamento, incluido en el salterio o en libros de horas. La composición de ambos personajes sigue la establecida ya por Giotto en el arco triunfal de la Capilla de Scrovegni de Padua, de acuerdo, a su vez, con el texto de las Meditaciones sobre la vida de Jesucristo (capítulo IV) del franciscano Johannes de Caulibus de San Giminiano.
En cuanto al árbol de Jesé, imagen inspirada en un pasaje de Isaías (11, 1), se ha interpretado, desde el siglo III, como referencia a Jesé, padre de David –que en la pintura aparece dormido con atuendos regios en un trono, de cuya espalda brota un árbol–, y sus descendientes, expresando que el Mesías va a venir de la estirpe regia de David, cuyos ancestros se representan como medias figuras, con vestiduras de monarcas, que surgen de corolas de flores unidas al tronco por ramas. Este aspecto iconográfico de los antepasados del monarca judío es de origen oriental, posiblemente búdico, y cuenta con antecedentes europeos desde el helenismo, según señala Vitrubio, al referirse a una decoración de mal gusto consistente en «ramas que terminan en flores de las que parecen salir semifiguras desnudas, unas con rostros humanos, otras con cabezas de animales». Este tipo de figuras aparecen en los márgenes de numerosos manuscritos. En la copa del árbol, destacada por dos ramas entrelazadas figurando un arco apuntado, Santa María de pie con el Niño en sus brazos, como continuación del tronco, siendo su flor Cristo, con rasgos jóvenes, mostrado de busto dentro de un clípeo y totalmente frontal, indicando su omnisciencia e importancia, derivado, en último caso de imágenes de efigies oficiales de emperadores romanos –sacrae imagines– o de cónsules, iniciándose este proceso hacia el siglo IV a través de determinados modelos iconográficos que se refieren, de forma general, a las ideas de soberanía, victoria, poder o justicia.
El primer modelo de árbol de Jesé aparece en el siglo XI. El que muestra el Breviario de Isabel la Católica pertenece al tipo cristológico, y parece ceñirse al texto de Rom. 15, 12; su origen parece haberse difundido desde la Isla de Francia por toda Europa.
La orla que rodea la pintura está compuesta, principalmente, por dos pares de ramas de acantos cruzadas en diagonal, de las que salen diversas flores sobre fondo dorado

Preferencias sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Para más obtener más información puedes leer nuestra política sobre cookies. Puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón Aceptar o configurarlas o rechazar su uso haciendo click AQUÍ.