Perteneciente a los sufragios de los santos, se muestra, ante un paisaje, la figura elegantísima del arcángel san Miguel, de cabellos largos -algo más andrógina, pero siguiendo la moda de finales del siglo XV- y con una armadura, de piezas imbricadas llamada de placas. Con su mano derecha, clava una lanza rematada en una cruz, sobre un diablo, de color desagradable, híbrido de ave, quiróptero y ser humano con un rostro monstruoso en su vientre. La izquierda sostiene un escudo del tipo rodela con el borde lleno de zafiros, rubíes y pares de perlas; la cara externa muestra una protuberancia dorada de la que emanan rayos, referencia a la fuerza divina. La representación deriva de la del monarca victorioso sobre sus enemigos. El texto del sufragio pide la intercesión del arcángel para librar al alma del poseedor del libro de horas de las asechanzas del diablo y conducirlo al cielo en la hora de su muerte.