Libro de Horas de Jean de Montauban

Libro de Horas de Jean de Montauban Oposición de los vicios y las virtudes, f.75v-76r
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Oposición de los vicios y las virtudes, f.75v-76r

Esta página contiene escenas y motivos tan originales y poco habituales que presentan algunas dificultades de interpretación. De forma sintética, podemos decir que está dedicada a la oposición de las siete virtudes y los siete vicios, o pecados capitales, esto es, a los caminos respectivos de la santidad y el pecado, de la salvación y la condena.

En la parte superior, como fuente de rayos que parten en todas direcciones sobre el fondo de un cielo estrellado, Dios padre nimbado, con la tiara triple y el orbe, rodeado de una mandorla y adorado por doce serafines, bendice a siete muchachas de cabello largo, es decir, vírgenes, que, arrodilladas, dirigen la mirada hacia él; estas se acompañan de banderolas blancas con su respectivo nombre. Se trata de las tres virtudes teologales (la fe, la esperanza y la caridad) y las cuatro virtudes cardinales (la justicia, la prudencia, la templanza y la fortaleza). Asisten a esta escena y participan en ella, arriba a la derecha, dos ángeles músicos, un arpista y un violinista, y justo debajo tres serafines la contemplan.

La D capitular de la oración del Miércoles de Ceniza, que empieza con las palabras Domine non secundum peccata nostra quae fecimus nos («Señor, no nos juzgues por los pecados que hemos cometido . . .»), oración tomada de Ps 102, 10, alberga el escudo de armas de la noble familia Montauban (de gules con siete losanges de oro). 

Debajo, las enormes fauces ardientes y aterradoras del Demonio, correspondientes al Hades o infierno, están tragando y/o dando refugio a siete figuras completamente negras, símbolos antropomorfizados de los vicios, en oposición a las virtudes representadas mediante unas jóvenes encantadoras. También al igual que ellas, los pecados se identifican con unas banderolas que explicitan su nombre: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la envidia, la gula, la ira y la pereza. Esta enumeración debe mucho a la lista elaborada por Tomás de Aquino en su Suma teológica (primera sección, segunda parte, cuestión 84). Se trata asimismo de un tema que ha inspirado a numerosos artistas de la cristiandad occidental, como Giotto, que lo plasmó en sus frescos de la capilla de los Scrovegni, en Padua, o como más tarde el Bosco, en su cuadro sobre los siete pecados capitales y las cuatro postrimerías, una tabla pintada hacia el año 1500 que se conserva en el Museo del Prado. Dos ángeles provistos de espadas y de escudos ayudan a hundir a los vicios en el infierno, lo mismo que, a su manera, la oración de dos buenos cristianos arrodillados con las manos juntas, uno de ellos animado por un santo difícil de identificar, situado detrás de él, y el otro, a la derecha, por un ángel también de pie tras él, asociado al escudo de armas de los Montauban. 


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