Así pues, amigo, id al dios Amor,
al que deberéis contarle mis quejas;
no con la intención de que haga justicia,
mas para alegrase y tranquilizarse
con este saludo que por vos le envío
y aleje de sí, que lo atormente,
la preocupación que lo está royendo.
Decidle que a vos a él os envío
para excomulgar a todos aquellos
que seguir no quieren nuestros mandamientos,
y para rectamente observar las reglas
que, por mí dictadas, quedaron escritas,
y que se dedican con gran entusiasmo
a que sus familias prosigan creciendo
por amar del modo que les prescribí
Roman de la Rose, versos 19369-19387
(Ed. y trad. de Juan Victorio)
Así pues, amigo, id al dios Amor,
al que deberéis contarle mis quejas;
no con la intención de que haga justicia,
mas para alegrase y tranquilizarse
con este saludo que por vos le envío
y aleje de sí, que lo atormente,
la preocupación que lo está royendo.
Decidle que a vos a él os envío
para excomulgar a todos aquellos
que seguir no quieren nuestros mandamientos,
y para rectamente observar las reglas
que, por mí dictadas, quedaron escritas,
y que se dedican con gran entusiasmo
a que sus familias prosigan creciendo
por amar del modo que les prescribí
Roman de la Rose, versos 19369-19387
(Ed. y trad. de Juan Victorio)