Partiendo de esa ciudad, y después de tres días de viaje, se llega a Xanadú, una ciudad construida por orden del gran Kublai Kan. Allí, el Kan mandó edificar un palacio de mármol y piedras preciosas, con salas y habitaciones doradas de una belleza extraordinaria. El palacio se encuentra en un terreno inmenso con ríos, fuentes y prados. En este recinto, el Gran Kan mantiene una multitud de animales, como ciervos, gamos y corzos, para que sirvan de alimento a sus gerifaltes y halcones. El Gran Kan recorre sus dominios una vez a la semana. A veces lleva un leopardo en la grupa de su caballo, y cuando quiere cazar algún animal, lo suelta para que lo atrape y luego se lo da a los gerifaltes; lo hace por puro placer.
Partiendo de esa ciudad, y después de tres días de viaje, se llega a Xanadú, una ciudad construida por orden del gran Kublai Kan. Allí, el Kan mandó edificar un palacio de mármol y piedras preciosas, con salas y habitaciones doradas de una belleza extraordinaria. El palacio se encuentra en un terreno inmenso con ríos, fuentes y prados. En este recinto, el Gran Kan mantiene una multitud de animales, como ciervos, gamos y corzos, para que sirvan de alimento a sus gerifaltes y halcones. El Gran Kan recorre sus dominios una vez a la semana. A veces lleva un leopardo en la grupa de su caballo, y cuando quiere cazar algún animal, lo suelta para que lo atrape y luego se lo da a los gerifaltes; lo hace por puro placer.