PREFACIO DEL ESTUDIO DEL ATLAS MILLER
Nadie podría estar en mejores condiciones que Alfredo Pinheiro Marques y Luís Filipe Thomaz para redactar el volumen de estudios de la magnífica edición casi-original del llamado Atlas Miller.
El Atlas Miller ha despertado el interés de sucesivas generaciones de investigadores que trabajaban en los más diversos campos. La Historia en general y la Historia especializada "la Historia de la Geografía, de la Expansión Europea, de la Política, del Arte, de la Cartografía e incluso de la Ciencia’ intentaron insistentemente encontrar en el Atlas Miller una ventana privilegiada desde cuyo alféizar se pudiera conseguir una mejor comprensión de la época en la que fue elaborado.
La primera y obvia razón del singular relieve del Atlas Miller entre los testimonios materiales provenientes del siglo de todas las maravillas radica en su calidad de deslumbrante obra de arte. Al contemplar las magníficas páginas de la edición de este atlas se comprende de inmediato la fascinación que desde hace tanto tiempo ejerce sobre tanta gente. Aunque sólo fuera por su simple contemplación, el Atlas Miller no dejaría de constituir, por sí solo, uno de los puntos culminantes de la cultura que lo generó.
Sin embargo, el interés de esta joya no se limita a su enorme valor artístico. Y de allí proviene la segunda razón, quizá la más profunda, de la atracción tan persistente que ha despertado. Y es que el Atlas Miller plantea cuestiones de la más diversa naturaleza y que constituyen otros tantos desafíos a nuestra comprensión del mundo dinámico en el que fue creado. Quizá el atlas esconda más de lo que revela, pese a que fue realizado con el aparente propósito de revelar. Descubrir lo que esconde y por qué lo esconde, equivale, en definitiva, a saber otro tanto. Desde ese punto de vista bien se puede decir que el atlas ha acarreado a lo largo de los siglos, y hasta la actualidad, otro precioso testimonio involuntario de su época, aunque este testimonio haya sido hasta ahora mal comprendido.
Este desafío de descifrar el Atlas Miller, aceptado anteriormente por otros autores, aunque con limitado éxito, tiene, en los capítulos de Alfredo Pinheiro Marques, la respuesta consistente que hasta ahora se había buscado inútilmente. La historia que nos cuenta es nueva, interesa desde el principio hasta el final y nos revela cuestiones fundamentales que ignorábamos. Lo más importante ’la interpretación de las circunstancias e incluso de las motivaciones para la creación de esta notable obra’ surge ahora ante nosotros con nueva claridad por medio de la mano segura de Pinheiro Marques. Como si el Atlas Miller, aparte de los dorados, los sepias y los carmesíes, hubiera sido realizado también, en lo que tiene de más reservado, con una tinta invisible que sólo ahora se va revelando ante nuestros ojos sorprendidos.
Siempre he apreciado los trabajos históricos de Alfredo Pinheiro Marques. Desde ese punto de vista bien se puede decir que he sido siempre un lector interesado de su obra. Su vasta erudición en diversos campos tiene como contrapunto el rigor con que compone sus trabajos. Normalmente es así. Quien mucho sabe es riguroso; quien no sabe tanto, muchas veces tiene que imaginar.
Él entiende la historia como la entiendo también yo. Hay que plantear las hipótesis, incluso por intuición o por simple convicción, pero nunca conseguirán afirmarse como conclusiones sin que se aporte la respectiva demostración. Y, sobre todo, no pueden ser analizadas ignorando, escondiendo o deformando hechos documentados que las puedan invalidar o incluso lanzar una sombra sobre ellas.
Con las obras de Pinheiro Marques siempre he podido aprender los hechos nuevos que sistemáticamente iba revelando, y siempre he tenido la libertad de concordar o no con las conclusiones que de ellos extraía. Como auténtico historiador, nunca se ha acomodado a escribir sólo lo que ya estaba escrito. Siempre va más allá, y cada obra que publica supone un avance y constituye un nuevo punto de partida. No habrá ya muchos así.
También esta vez Pinheiro Marques presenta novedades interesantísimas. Ya anteriormente había publicado un trabajo muy innovador sobre la autoría artística del Atlas Miller, cuyas conclusiones confirma ahora con argumentos adicionales. Esta vez, con nuevas interpretaciones sobre otros aspectos del atlas, es de nuevo pionero. Las conclusiones alcanzadas, bien apoyadas, son probablemente verdaderas frente a la realidad de los hechos ’los hechos que ya conocíamos y los que el autor revela por primera vez’. Tan verdaderas que resulta posible reconstruir la realidad de un pasado secular, conjugando en una nueva visión integrada las diversas pistas descubiertas.
Luís Filipe Thomaz, a su vez, observa todo esto desde un punto de vista diferente y muy original. Ensaya una interpretación del Atlas Miller como manifiesto ideológico, espejo de la aspiración imperialista del rey Manuel I, deslumbrado como estaba con la construcción del primer imperio verdaderamente intercontinental que la Humanidad veía crear. Era el imperio global. A través de la pluma erudita de Luís Filipe Thomaz, comprendemos mejor el contexto ideológico en el que surge el atlas, y penetramos en los múltiples frentes en los que se construye la idea de la predestinación casi mesiánica del Afortunado.
También Luís Filipe Thomaz es un punto de referencia inevitable en la historiografía portuguesa contemporánea. Persona de una amplísima erudición en áreas relacionadas con la expansión portuguesa, su obra presenta notables incursiones en áreas donde pocos se habían aventurado y donde sus especiales conocimientos le han permitido éxitos notables. A justo título debe ser considerado el primero de los orientalistas portugueses. También de su obra he sido siempre un lector sistemático, y lo mucho que de él he aprendido probablemente no podría haberlo aprendido de nadie más. Los capítulos que en este libro nos presenta encantan al lector por el rigor y por la claridad, atributos que, en nuestro beneficio, ha manifestado a lo largo de toda su obra.
El capítulo dedicado a la lectura directa del Atlas Miller, en el que a los autores referidos se asocia Bernardo Sá Nogueira, completa un estudio que ha de considerarse ejemplar.
Resulta poco común que un estudio de esta calidad sea dado a la imprenta como un libro que sirve de presentación a una edición monumental, especialmente en el área de la cartografía. Normalmente, en este tipo de trabajos no se exige a los autores más que un resumen crítico de aquello que otros escribieron sobre el tema o la revelación del estado de la investigación sobre la obra.
No ha sido este el camino seguido por Alfredo Pinheiro Marques y por Luís Filipe Thomaz. De manera característica, y con el pretexto de la presentación del Atlas Miller, ha desarrollado el primero un notabilísimo trabajo de investigación, como irá comprobando el lector a lo largo del libro, y el segundo un no menos importante ensayo sobre la historia del pensamiento en un área en la que, desgraciadamente, no abundan ensayos semejantes. El presente libro excede así, con creces, lo que de él se podría esperar si atendiésemos sólo a la anunciada naturaleza de su propósito.
Y ese es otro de los méritos, y no ciertamente el menor, de la magnífica edición de M. Moleiro Editor, que ha proporcionado la oportunidad de progresar de modo muy significativo en la investigación histórica. Independientemente del enorme valor de poner al alcance de la observación particular del ciudadano común una obra de arte única y hasta ahora prácticamente inaccesible, esta edición quedará también como marco indispensable de la historiografía. El Atlas Miller era uno antes de la presente edición. Será otro, muy diferente ’y mucho más clarificado’, a partir de ahora.
Tengo la seguridad de que, al igual que yo, al lector que aprecia la Historia le va a gustar lo que va a leer.
Eng. Joaquim Ferreira do Amaral,
Historiador da Cartografia
CONTRAINFORMACIÓN GEOPOLÍTICA OFRECIDA A LA MIRADA DEL PRÍNCIPE (O DE LA PRINCESA’): EL ATLAS MILLER Y LOS DESCUBRIMIENTOS (1519)
En el otoño de la Edad Media y en los albores del Renacimiento tuvo lugar la mayor revolución geográfica de la Historia de la Humanidad. Ese final del siglo XV y los inicios del siglo XVI fueron el tiempo del rey Juan II (el Príncipe Perfecto de Portugal) y su sucesor Manuel I, y fueron también el de los reyes Fernando e Isabel (los Reyes Católicos), tiempo que continuaría con el del emperador Carlos V, su heredero. En esa época, durante los cuarenta años que mediaron entre los viajes portugueses de 1480-1485 del luso-gallego Diogo Cao (África, más allá de la Guinea) y el viaje castellano de 1519-1522 del portugués Fernando de Magallanes (Pacífico y circunnavegación del planeta), se realizaron las importantes expediciones de Bartolomeu Dias, en 1487-1488 (cabo de Buena Esperanza); Cristóbal Colón, en 1492-1493 (tierras desconocidas de Occidente, que luego recibirían el nombre de América); Paulo y Vasco da Gama, en 1497-1499 (Océano Índico e India); Américo Vespucio, en 1499-1501 (tierras del Nuevo Mundo, que reconoció con castellanos y portugueses, y que, por eso, fueron bautizadas con su nombre), etc. Así ’de Juan II a Carlos V, entre 1480 y 1520, en el tiempo de sólo una generación’ se realizó lo esencial de los grandes descubrimientos geográficos mutuos y de los grandes encuentros intercontinentales de civilizaciones. La Cartografía ’la ’ciencia de los Príncipes’’ reflejó esa extraordinaria eclosión de los conocimientos geográficos y antropológicos, ilustrada exóticamente con lujosas y exuberantes iluminaciones artísticas. El resultado más brillante de esa renovación de la ’Imagen del Mundo’, en la que se dieron las manos la Ciencia y el Arte, quedó patente en el atlas portugués que hoy se conserva en la Bibliothèque nationale de France, en París, y que es conocido como Atlas Miller (c. 1519-1522), realizado por los cartógrafos Lopo Homem, Pedro Reinel y Jorge Reinel y por el pintor miniaturista António de Holanda. Esa auténtica obra maestra ’geográficamente innovadora y artísticamente suntuosa’ es la ilustración de los cuarenta años que cambiaron el mundo en vísperas del viaje de circunnavegación de Fernando de Magallanes. Por eso este atlas fue considerado siempre como el más importante de la cartografía mundial de la época de los grandes descubrimientos geográficos y constituye la joya principal del Département des Cartes et Plans de esa misma Bibiothèque nationale de France. La edición ’casi-original’ de M. Moleiro Editor, está acompañada de un volumen de estudios en los que se presentan novedades extraordinariamente sorprendentes que han aportado una nueva luz, cambiando para siempre no sólo lo que se sabía hasta hoy de esta obra maestra de la Cartografía y del Arte del Renacimiento sino también, a nivel más general, lo que hasta hoy se sabía sobre los orígenes y los inicios de la cartografía de los descubrimientos portugueses (siglos XV y XVI). En cuanto a esa cartografía, es ahora estudiada, profundizando en el análisis de su primera ’escuela’ familiar conocida, la constituida por Pedro Reinel y su hijo Jorge Reinel, concluyéndose que estos dos hombres ’los más antiguos cartógrafos de los descubrimientos geográficos de Occidente y de la expansión colonial europea’ eran portugueses con un origen étnico africano y que, por ello, sus contemporáneos los consideraban negros.
En cuanto al excepcional significado geográfico de este atlas, queda desvelado ahora lo que siempre fue considerado el ’misterio’ de este célebre ejemplar cartográfico. Según la tesis ahora expuesta, el Atlas Miller es un instrumento de contrainformación geográfica y geopolítica. Es la expresión gráfica de la visión estratégica planetaria portuguesa enfrentada a la visión castellana, pues la extraña concepción ’neo- tolemaizante’ que ostenta, con el mar como stagnon (los océanos rodeados de tierra, la continentalidad del Nuevo Mundo, la mítica Tierra Austral, etc.), convenía a los portugueses, c. 1519, porque hacía creer que no era posible navegar y pasar, de occidente a oriente, hacia el otro lado del planeta (hacer lo que Colón intentó primero y que luego realizó Fernando de Magallanes’). Por eso, los portugueses, ostentosamente, lujosamente, oficialmente, aceptaron y difundieron tal concepción. El ’secreto’ del Atlas Miller es intentar contrariar la idea de la circunnavegabilidad de la Tierra. Intentar impedir el proyecto que, exactamente al mismo tiempo, preparaba Fernando de Magallanes. Este atlas se realizó ’para la contemplación de determinados círculos cortesanos luso-castellanos, particularmente permeables a la circulación de información con destino a los círculos cortesanos castellanos’. Tenían pues razón los historiadores de la Cartografía que apuntaban tiempo atrás, con extrañeza, a la torpeza del ’falso’ mapamundi del Atlas Miller. En cierto sentido, este mapamundi es, de hecho, ’falso’’ (pese a ser verdadero’). Pero tenían razón también los historiadores que afirmaron que realmente es verdadero, y coetáneo, que estuvo en un principio integrado en el mismo códice con las cartas regionales, y que fue realizado por los mismos autores vinculados a la realización y decoración de esas cartas-portulano regionales’ El mapamundi del Atlas Miller es ’falso’’ porque se hizo así adrede, en la misma época, por los verdaderos autores. Es una falsificación geopolítica, en la que se manifiesta la estrategia portuguesa enfrentada, en 1519, a la estrategia castellana.
El Atlas Miller es una obra de lujo infrecuente, pues sus páginas, decoradas por un miniaturista flamenco y repletas de ilustraciones a la manera flamenca, las mandó hacer el viejo rey D. Manuel, el Rey de la Pimienta, para ser entregadas al tipo de persona que, en esa época, era destinataria habitual de los libros de horas flamencos: una princesa flamenca’ Y esa princesa flamenca era la hermana del emperador Carlos V, Leonor, princesa que sería novia del príncipe heredero de Portugal (el futuro Juan III), pero que, al fin, se casó con el rey D. Manuel, que arrebató la novia a su hijo, y con la que el rey estuvo casado cerca de tres años y a quien en 1521 dejó viuda. El mismo hecho de que el Atlas Miller quedara inacabado, entre 1519 y c. 1522, con las páginas veinte y veintiuna inconclusas, es prueba de que no fue usado por el Afortunado rey D. Manuel para ser enviado al extranjero como obsequio de Estado para un dignatario europeo, como el rey de Francia. Tal obra, iniciada en 1519, fue destinada, simplemente, a Leonor, su joven esposa, hermana del soberano de la vecina Castilla, el emperador Carlos V, que desde 1518 tenía a su servicio al competente y maltratado portugués Fernando de Magallanes’ portugués exiliado que se disponía a efectuar el viaje de circunnavegación al servicio de los castellanos’ estimados vecinos, hermanos rivales y cordiales competidores.
Esta vez, la Cartografía (’Ciencia de los Príncipes’’) se destinaba a una princesa. ’Cherchez la femme’, como dicen los franceses. Pero no se trataba sólo de diletantismo o de amor... Se descubre ahora también que este atlas tan extraño y tan lujoso, destinado a la mirada del emperador Carlos V y de los castellanos, es, realmente, un instrumento de contrainformación geoestratégica, geopolítica y diplomática, que incluye incluso una mixtificación náutica’
El Atlas Miller es la última tentativa portuguesa de refutar el plan de Colón. Este atlas se compuso contra el viaje de Fernando de Magallanes, y el viaje de Fernando de Magallanes se realizó contra el Atlas Miller. Y lo que sorprende de manera extraordinaria ’realmente asombrosa’ es el hecho de que durante varios meses, en 1519, en ambos proyectos (bien en la realización del Atlas Miller en Lisboa, bien en la preparación del viaje de Magallanes en Sevilla), desplazándose de uno al otro lado de la frontera, participasen los mismos cartógrafos ¡Pedro Reinel y su hijo Jorge Reinel! La realidad, cuando es analizada desde un punto de vista científico y crítico, resulta aún más increíble que la ficción.
Estos dos hombres, Pedro y Jorge Reinel, fueron los dos mejores cartógrafos de su tiempo. Y, basándose en sus conocimientos, fue preparada para la Corona de Castilla la primera circunnavegación del planeta. Y, más o menos al mismo tiempo, en ese año extraordinario que fue el de 1519, fue elaborado para la Corona de Portugal, también basado en sus conocimientos, el Atlas Miller, que puede ser considerado como el atlas más importante de la Historia de la Cartografía de los Descubrimientos Geográficos Europeos. Un trabajo así, en el que se daban la mano la mejor ciencia entonces posible y el mejor arte disponible entonces, la curiosidad y la belleza, el rigor y el exotismo en la representación de nuevas tierras extraeuropeas, sólo podría realizarse entonces en Portugal: un país en el que podía darse en ese momento la situación tan increíble y extraordinaria de encontrarse, en sorprendente colaboración para la realización de una fascinante obra maestra, tres hombres’ un cartógrafo negro, un hidalgo ibérico y un pintor flamenco’ Pedro Reinel, Lopo Homem y António de Holanda’ Extraordinaria situación. Extraordinaria obra.
Alfredo Pinheiro Marques
Director del Centro do Estudos do Mar Luís de Albuquerque
El Atlas Miller, realizado en 1519 por Lopo Homem, Pedro Reinel y su hijo Jorge Reinel, con miniaturas de António de Holanda, es una de las maravillas de la cartografía portuguesa del siglo XVI. La concepción geográfica que en él se refleja es idéntica a la que Duarte Pacheco Pereira, ferviente adepto del imperialismo manuelino, expone en su Esmeraldo de Situ Orbis: un globo en que las tierras predominan sobre las aguas, ya que más allá de los tres continentes conocidos por los Antiguos hay, al final, un cuarto, y el mar, rodeado de tierras, no es más que una gran laguna. Desde el punto de vista estético el atlas es inigualable. Es, sin ninguna duda, la obra más lujosa que existe en su género, lo que nos hace pensar que D. Manuel lo encargó para regalo de estado, aunque no sabemos para quién. En cierto modo puede incluso ser considerado como instrumento de propaganda de la idea imperial manuelina, teñida de aires mesiánicos.
Completando hábilmente los datos de los descubrimientos portugueses con elementos tomados de Ptolomeo, los cartógrafos dibujan un mundo aparentemente ya descubierto en su totalidad ’señal de que el final de los tiempos está cerca, cuando nada de lo que estuvo escondido durante siglos permanecerá oculto. De las miniaturas se desprende una sensación de optimismo, ya que lo exótico ’los elefantes, los camellos, la fauna americana, el palo brasil, las ciudades poderosas de Asia’ se vuelve familiar, y la riqueza sobreabunda, para colmar de bienes a los necesitados y elevar a los humildes. Todo esto, claro está, gracias al esfuerzo de un elegido del Señor, que escoge a los pequeños para confundir a los poderosos...
Prof. Luís Filipe F. R. Thomaz,
Director del Instituto de Estudios Orientales da la Universidad Católica Portuguesa