Dentro del conjunto iconográfico de los apocalipsis, el manuscrito de la Bibliothèque nationale de France es una obra única: es el único Apocalipsis iluminado y escrito en flamenco que se conserva en la actualidad. Los miniaturistas muestran un talento excepcional. Recrean la ilustración habitual de este tipo de textos aunque introduciendo motivos ajenos a toda tradición artística; cada miniatura refleja un carácter visionario espectacular y una atmósfera llena de misterio en consonancia con el contenido.
Algunos de los rasgos particulares reflejados en las miniaturas hacen de este códice un testimonio fiel del pensamiento de la Flandes de esa época.
Los especialistas lo sitúan a principios del siglo XV. Elementos como la arquitectura, las armaduras, las corazas, las armas, los peinados y la mayoría de las vestimentas se pueden encontrar entre finales del siglo XIV y principios del XV. La doctora Nelly de Hommel, autora del volumen de estudios, combinando el análisis del texto y el iconográfico, concluye que el manuscrito se elaboró entre los años 1400 y 1410.
No se sabe nada cierto sobre el lugar concreto de su origen ni sobre los artistas que lo realizaron. Los expertos distinguen claramente dos manos. El primer iluminador pintó las miniaturas y los marcos de los folios 1 al 6, mientras que su colega iluminó los siguientes, del folio 7 al 23. La diferencia más significativa entre los estilos de los dos iluminadores se aprecia en el tratamiento de los rostros de los personajes, así como en la representación de los detalles de la arquitectura, en los barcos, la variación de las formas de los árboles, la falta de flores en los paisajes de las últimas escenas, y también en el dibujo de los marcos.
La novedad del Apocalipsis Flamenco reside en que a cada capítulo corresponde una miniatura, es decir, el iluminador condensa los acontecimientos de cada capítulo en una sola imagen. Son también elementos novedosos el colorido y el realismo de la narración.
Los investigadores que han estudiado el códice se maravillan por la magnificencia de su colorido. Predominan el bermellón, el azul oscuro, los ocres y un blanco crudo.
El blanco acusa los volúmenes, realza las armaduras con un reflejo metálico y perfila las construcciones arquitectónicas. Magníficamente distribuidos, los rojos hacen resaltar las bestias, las tejas de los tejados y, naturalmente, todos los fuegos de los cataclismos apocalípticos. Los iluminadores aplicaron oro a lo largo de todo el manuscrito. El oro de las aureolas del Señor, los ángeles y san Juan destaca con fuerza sobre el fondo azul oscuro. Cítaras, arpas y coronas de oro, que parecen planear en el vacío sobre el fondo sombrío de muchas imágenes, pertenecen a los 24 ancianos. Los miniaturistas utilizaron además una gran variedad de rojos, azules, verdes, el malva, el púrpura, el negro, el marrón, el amarillo…
Pero en este Apocalipsis excepcional, el elemento pictórico es tan impresionante como el colorido. Estamos ante un arte extremadamente refinado, a la vez que popular. Los artistas de este Apocalipsis inauguran la era del realismo pictórico pre-van Eyck. El estilo realista precursor de van Eyck está vigente entre 1350 y 1420, cuando en todas las formas de arte de Flandes se percibe el esfuerzo por conseguir una representación realista y predominan escenas de alto contenido narrativo y gran expresividad.
En el Apocalipsis Flamenco, el realismo pre-van Eyck aparece en múltiples escenas y detalles, mediante la caracterización de personajes y la representación del movimiento. Por ejemplo, las mujeres que escuchan atentamente el sermón de san Juan en el folio 1r se podrían haber copiado de la realidad, así como el hombre que trabaja en el fuelle para encender el fuego o la barca y sus pasajeros. Otras muestras de este realismo que anticipa el estilo de van Eyck son la pareja desnuda del folio 3r, los esqueletos del folio 4r o la prostituta conducida a la hoguera en el folio 20r. También se refleja en la arquitectura: iglesias, torres y edificios han sido fielmente representados, aunque la perspectiva sea aún más intuitiva que científica. Muchas escenas vibran con una sensación de movimiento muy realista: las aguas fluyen salvajes (folios 1r, 9r, 21r); animales y figuras humanas transmiten movimiento, como los caballos de los jinetes del Apocalipsis (folio 7r), los personajes que se desplazan (san Juan en los folios 5r y 19r, el ángel en el sol o el hombre en la escalera en el folio 8r), etc. Todos estos elementos dotan de vida a las escenas.
Apocalipsis Flamenco consta de 23 imágenes desbordantes de motivos diversos y de colorido. Tras una primera miniatura a toda página que representa escenas de la vida de san Juan hasta su exilio en Patmos, se consagra una imagen a toda página a cada uno de los 22 capítulos del Libro del Apocalipsis.
Especial atención merecen los marcos que encuadran cada miniatura. Las estilizadas nubes plisadas de oro bruñido que forman estrechos meandros alrededor de cada imagen son únicas y características de este manuscrito.
Este códice, notablemente flamenco, es una obra deslumbrante. Ningún artista ha combinado los motivos tradicionales de una manera tan innovadora y personal. Ningún miniaturista ha dotado a los objetos de un colorido comparable al del pintor principal de este manuscrito. Jamás la arquitectura exuberante del primer gótico flamígero, las figuras macabras, los desnudos lastimosos, los prados salpicados de flores, el follaje detallado, los trajes del final de la Edad Media habían desempeñado un papel tan preponderante en la puesta en escena del libro más alejado de las realidades de la vida cotidiana, el Apocalipsis.