La Biblia moralizada de Nápoles (ms. Fr. 9561), encargada por Roberto el Sabio al final de su reinado y acabada a principios de los años 1350 bajo el reinado de su nieta Juana, nos lleva a través de más de un siglo de historia dinástica entre Francia e Italia.
La Biblia de Nápoles tuvo como modelo una Biblia moralizada francesa, en un volumen, realizada en París hacia 1240 la cual había pertenecido a Carlos de Anjou, hermano menor de san Luis –para quién su madre, Blanca de Castilla, encargó la Biblia de san Luis. Los medallones característicos de estas Biblias son aquí sustituidos por registros rectangulares más propios de la tradición italo-antigua, e incluso de acuerdo con las bandas de la pintura al fresco que florecen desde 1300 sobre las extensas superficies de los nuevos edificios. Estos son algunos referentes culturales dominantes que otorgan al manuscrito napolitano su propio carácter.
La Biblia, escrita en francés, contiene una parte del Antiguo Testamento (desde el Génesis hasta el 3er libro de los Jueces, folios 1-112v) acompañada de moralizaciones y un ciclo neotestamentario muy desarrollado, desde la expulsión de Joaquín del Templo hasta la Pentecostés, folios 113r-189v).
Se trata de un encargo de lujo y cada folio está pintado sólo por un lado, el lado carne. La obra es extraordinaria y la excepcional calidad pictórica de sus miniaturas, principalmente de las 76 a página entera que relatan los momentos claves de la vida y pasión de Cristo, ha sido puesta de manifiesto por los historiadores del arte.
Esta Biblia presenta, en un mismo volumen, una yuxtaposición de dos fórmulas ilustrativas que hacen de esta Biblia un objeto excepcional. Las primeras 128 miniaturas se inscriben en el género de las Biblias Moralizadas. Excepto el frontispicio a toda página del folio 1, las miniaturas de la sección veterotestamentaria se enmarcan en una orla a menudo pintada con decoraciones de tipo vegetal y se dividen en dos registros, la parte superior para las escenas bíblicas y la inferior para su moralización. Las 76 pinturas a página entera del ciclo neotestamentario contrastan radicalmente con el ciclo que precede introduciéndonos en un ámbito figurativo y espiritual diferente, de inspiración principalmente giottesca. Cada miniatura, pintada sobre un fondo de pan de oro, ilustra un solo tema, por lo que el canon de los personajes es mucho más grande que en la parte moralizada. El ciclo empieza con episodios apócrifos de la Leyenda Dorada, y a partir de la Anunciación (f. 129), el programa iconográfico se inspira en textos canónicos. El conjunto de la ilustración se debe esencialmente a dos manos.
¿Cómo entender esta fractura tan fuerte, este cambio radical de dirección que se observa entre el programa iconográfico de la primera parte de la Biblia y el espíritu sensible, totalmente en sintonía con el estilo de los frescos florecientes por aquel entonces en Nápoles, expresado en la segunda parte? Todo nos hace pensar que su realización fue lenta o quizás incluso quedó interrumpida durante algún tiempo y que, cuando fue retomada, el proyecto inicial ya no parecía tan pertinente. Sin duda era un momento en que la gran pintura ofrecía nuevas y abundantes fuentes de inspiración.
Sólo falta precisar quién fue el comitente de este cambio de orientación, y a quién pudo ser confiada su ejecución. La pintura agrietada en algunas partes así como la aplicación del pan de oro en algunos lugares dejan entrever manos acostumbradas a la técnica del fresco. Ya en 1969 Ferdinando Bologna proponía identificar al artista de las mejores páginas de la Biblia con un alumno napolitano de Giotto autor, también, de un ciclo sobre la Vida de la Virgen realizado hacia 1335 en la capilla Barrile de San Lorenzo, santuario de un amigo y consejero del rey Roberto.
El manuscrito Fr. 9561 es la única copia italiana conocida de una Biblia moralizada, ejecutada para Roberto el Sabio, miembro de la primera Casa de Anjou. Esta Casa desciende en línea directa de la rama de los Capetos por Carlos I, hermano de San Luis y fundador de la dinastía angevina.
La dinastía angevina instaló en Nápoles, nueva capital de un reino güelfo y francés, un poder claramente feudal. Las cosas habían empezado mal bajo el mandato de Carlos I con la expoliación y la explotación despiadada de las tierras de la antigua nobleza italiana, que suscitaron el odio hacia el invasor y su expulsión de Sicilia. Pero Carlos II, gracias a una diplomacia sutil y a medidas de buen gobierno, dejó finalmente a su hijo Roberto un reino pacificado. El nuevo soberano se convirtió rápidamente en modelo de justicia, de sabiduría y de erudición desarrollando un mecenazgo orquestado como una política cultural. Como bibliófilo, privilegia los libros de moral, de filosofía, de religión, de derecho y de medicina. Los hace llegar de París o del resto de Italia, y manda transcribir otros in situ a escribas provenientes de Francia, Lombardía o Toscana. Los miniaturistas son casi todos anónimos pero debían de existir varios scriptoriaen Nápoles y los miniaturistas de principios del siglo XIV se revelan sensibles al arte innovador del pintor romano Cavallini, en Nápoles desde 1308, y más tarde al de Giotto, cuya presencia en la capital desde 1328 hasta 1333 ha sido demostrada. Roberto el Sabio confía a Giotto la realización de frescos en dos lugares simbólicos del poder angevino: la capilla palatina del Castillo Nuevo (el palacio) y el convento franciscano de Santa Clara (la necrópolis). El artista dirigía un gran taller compuesto de ayudantes de gran nivel y de diversos aprendices, muchos de ellos sin duda provenientes de Florencia y de Asís, centros donde también se encuentran en los años 1330 otros grandes talleres. Unos diez años después de su muerte (1337), en el momento de la realización de la segunda parte de la Biblia Moralizada, la herencia del maestro, perpetrada y modulada por sus seguidores, en particular Maso di Banco, era también perfectamente asimilada por sus alumnos napolitanos.
Roberto tiene la habilidad de hacerse con los mejores artistas de su tiempo. Les encarga la concepción de ambiciosos conjuntos al servicio de la legitimidad y promoción de la casa real apoyada por una verdadera “política de las imágenes”. La Biblia Moralizada se inscribe verosímilmente en este ámbito de autopromoción dinástica de una familia que cuenta desde entonces con dos santos que venerar entre los suyos: Luís de Tolosa y el antepasado capeto, Luís de Francia, destinatario de otra Biblia Moralizada realizada en París. Esta obra, seguramente deseada por Roberto, confiere al ejemplar napolitano el estatus simbólico de objeto relicario, testimonio de una genealogía familiar ilustre y de sus reivindicaciones legítimas.
La obra nos ofrece uno de los más raros y logrados ejemplos de pintura verdaderamente napolitana, una síntesis paradójica de las mejores corrientes artísticas del momento antes de la homogeneización del gótico internacional.
Roberto el Sabio, fue rey de Nápoles entre 1309 y 1343